miércoles, 30 de enero de 2013

Esquiando para arriba

El fin de semana pasado fuimos a esquiar a Wanlong. Nos hacía falta, entre el trajín del colegio, el aire súper contaminado y que no habíamos ido desde diciembre. A Scott es quien le hace más falta. El sueña con pasar los días en montañas nevadas - cuando no está soñando con fogatas en la playa.

Se está recuperando bien de su cirugía. Ya lleva 9 meses desde la operación y camina sin muletas. Se cansa menos y puede aguantar estar de pie casi como una persona normal. Ahora está pensando que necesitará hacerse la misma operación en la otra pierna. ¡Uyyyy! Dos años más en ésto. ¡Menos mal que nada más tiene dos piernas!

Como no puede esquiar de bajada por el peligro de caerse y deshacer todo el progreso hasta la fecha - además que el músculo sigue un poco débil - ha decidido esquiar para arriba. A sus esquís le pone unas tiras peludas que impiden que el esquí se resbale para abajo. Es como la piel de un pez. Si se soba en la dirección de las escamas es liso, pero si se intenta en contra-dirección, las escamas se levantan en oposición. Total que puede esquiar hacia arriba. Se empuja un poco en las partes más empinadas con los bastones de esquiar y para bajar, se monta en la silla del teleski.

El me dice que es excelente ejercicio cardio-vascular. Se viste con la chaqueta, el sombrero y los guantes más ligeros porque le da muchísimo calor. Desde la base de la pista hasta el albergue que está en la cima de la montaña le toca una hora. Una vez allá arriba, se desnuda, se limpia el sudor con una toalla y se viste con ropa seca. Se toma un café y luego, sale a caminar con sus zapatos de nieve por otra hora.

Yo impresionada por el compromiso con hacer ejercicio. Comparto su amor por las montañas nevadas, pero las prefiero facilitas de bajada sobre esquís o como paisaje frente a mi ventana. He estado tratando de convertir la frase "esquiando para arriba" en una metáfora de la vida, algo así como que uno se esfuerza y luego como recompensa tiene la vista desde la cima y la alegría del descenso, pero nada, no me sale. Eso sí, para arriba, para abajo, a donde sea, acompañando al hombre. Dios me lo bendiga y me lo tenga así de fuerte por muchos años más.


 No sé si lo ven en la primera foto del collage. Esa la incluí para que se viera la pendiente de la montaña. No parece mucho, pero créanme que sí lo es. El perro es de unos amigos. Andreína aparece en el albergue, esperando a su papi.

3 comentarios:

  1. Tu marido tiene una gran fuerza de voluntad, mucha gente con la quinta parte de lo que el tiene, verían suficiente excusa para no mover su trasero...
    Claro que el es un deportista nato.
    Deseo lo mejor para ambos, ya tu lo sabes.
    Besos y salud

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  2. Fitz, conectadisimas estamos, yo acabo de escribir acerca de esquiar. El bionico es lo maximo. Y andreina sale tan bella en esa foto.

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  3. En verdad tu esposo es admirable! Aunque sientes que no lograste la metáfora de "esquiar hacia arriba", te digo que sí dejaste esa imagen en la mente. Poderosa frase. Un abrazo.

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Ya no vivo tras la Gran Muralla Electrónica de China así que comenten mucho porque así celebro no tener más restricciones al Internet. Si tienen algún problema comentando, escríbanme a fitziane arroba mac punto com.