domingo, 27 de diciembre de 2015

50 añitos

Ayer fue mi quincuagésimo cumpleaños. (Tuve que buscar el ordinal para 50 en el DRAE porque no es una palabra que se utiliza a menudo, ¿verdad?) Quisiera poder montar un bello escrito, lleno de reflexión y compromisos para el futuro, pero, francamente he llegado a los 50 sin nada muy profundo que decir, ja ja.

El 2015 fue un año que comenzó fuerte para mí pero, especialmente en los últimos meses, se amansó bastante. Estoy mas ubicada en mi vida egipcia, mi salud ha mejorado, mis hijos continúan creciendo en inteligencia y hermosura - y de vez en cuando en sabiduría - y mi matrimonio se acerca a un feliz vigésimo aniversario. Estoy haciendo mucho ejercicio, y aunque todavía no se me nota en la figura, siento los beneficios en la claridad mental y la energía. Como bendición adicional, en Venezuela se ve el final de 20 años de socialismo mal guiado, y nada más por eso hay razones para ser optimista.

Los dejo con unas fotos de mis hijos y mi marido celebrando el consumismo navideño, y sobre todo con los mejores deseos para un 2016 lleno de éxitos y alegrías.


Nos levantó a las 7 de la mañana. Menos mal que es adolescente porque antes había que levantarse a las 5, ja ja. 
Demasiado temprano levantarse a las 7 de la mañana para abrir regalos en la opinión de éste adolescente.

El pobre hombre se lesionó la espalda aprendiendo a surfear con paracaídas (kite surfing) y pasó la Navidad acostado. 


Estos globitos de Navidad los hizo Andreína como regalos para cada uno de nosotros. Le quedaron preciosos y ahora me decorarán la Navidad por muchos años. 




sábado, 1 de agosto de 2015

Hibernando en verano


Parece mentira que ya es 1ro de agosto. Cuando llegamos a EEUU en junio, estaba como en shock. El año escolar, que habíamos anticipado tanto por ser el triunfal regreso a Egipto tras 18 años, resultó ser dificilísimo. La transición después de 13 años en China fue dura. Nos sorprendió la feroz nostalgia que sentimos por nuestra vida en China, y por lo menos para mí los primeros seis meses fueron oscuros. 

Las cosas mejoraron en el segundo semestre a medida que fuimos ajustándonos pero igual, llegamos a las vacaciones de verano buen aporreados. 

El verano lo pasamos calladitas. Me hija se quedo con su tía Lisa en New Hampshire, montando caballos y así cumpliendo un sueño de ella. Me hijo se vino con nosotros y se quejó de lo pequeño de la casa camper y de la falta de Internet, y solo se acecinó a la paya en las noches en que tuvimos fogatas. 

Yo por supuesto pasé el verano leyendo, excepto por un día que Scott y Michael fueron a NH a buscar la camioneta picó, eso es cuento para otro día. 

Los dejo con unas pocas fotos de ilustración de mis actividades terapéuticas. 








lunes, 18 de mayo de 2015

El jámam y el jamaám

El colegio donde trabajo en Egipto nos ofrece clases de árabe para aliviarnos las dificultades linguísticas a los maestros extranjeros. La profesora, Maysa, es un amor y su clase es muy divertida. Cuando estudio y hago mi tarea, se me hace fácil pero aún cuando no he estudiado, Maysa se esmera tanto que se nos hace fácil también.

Para celebrar el fin de curso, Maysa nos llevó a un restaurante en el centro de la ciudad. Llamarlo restaurante es mucho. Es un cocina abierta, con mesas en un pasillo entre dos edificios, pero es famoso por servir el mejor pichón asado de todo el Cairo. Comer pichón es una delicadez culinaria egipcia que ya no se consigue en todas partes, por lo cual ella tenía muchas ganas de compartir con nosotros sus alumnos.

En árabe, a los pichones (y a las palomas) se les dice "jamaám." Al baño, se le dice "jámmam." ¿Se fijaron en la doble m del baño? Si se fijaron, felicitaciones. A mí se me hace dificilísimo diferenciar. Antes de ir al restaurante, Maysa pasó una clase entera explicando la diferencia entre las dos palabras, pero en vano.

Para llegar al restaurantucho, nos montamos en metro y luego caminamos unas cuatro cuadras pues la estación que quedaba más cerca estaba cerrada. Es la estación de la Plaza Tahrir, y siempre la cierran cuando el gobierno cree que habrá protestas. Justamente el sábado sentenciaron a muerte al expresidente Morsi y había rumores de que habría manifestaciones, ergo, estación de metro cerrada.

Por fín llegamos y Maysa nos aseguró de nuevo que a pesar de la mala facha, la comida era buena y sana. Antes de sentarnos, yo escuché que ella le preguntó al mesonero, ¿Fi il jamaám? (¿Hay pichón?) El mesonero respondió en negativo y le dió instrucciones a Maysa para otro restaurante donde sí habría. Ella salió del lugar y nosotros salimos tras ella. Entre todos eramos doce, y en fila los doce la seguimos.

El nuevo restaurante era al doblar la esquina. Maysa se mostró sorprendida de vernos todos tras ella pero nos indicó el baño. Los que no necesitábamos el baño entramos al salón principal del otro restaurante y dirigimos a los mesoneros a arrimar suficientes mesas para sentarnos a los 12. Pasaron como cinco minutos antes de que Maysa regresara muerta de la risa, pues por fin había entendido porque la seguimos. En lugar de preguntar si había pichón, ella había preguntado si había baño. Pichón sí había en el primer lugar, y muy rico también.

Aquí mis pichones, riquísimos. Como son tan pequeños me sirvieron tres, y en realidad hubiese comido tres más. Ahora a aprender a pedirlos así, asados sin nada. Me imagino que dentro de un año podré pedirlos sin que suene que esté pidiendo ir al baño.






lunes, 11 de mayo de 2015

Guayabas al final del guayabo

En venezolano, tener guayabo significa sufrir de un corazón roto. He pasado la gran parte de éste primer año escolar en Egipto enguayabada, luchando contra una fuerte nostalgia por nuestra vida en China. Afortunadamente, el tiempo lo cura todo y ya se me está pasando. Tianjin siempre será mi otro hogar, pero el Cairo me está cayendo un poco mejor.

Yo sigo con mis alergías. Una de las cosas que encuentro más difícil es no poder disfrutar de postres. Le tengo alergía al trigo, a los huevos, los lácteos, y algunas nueces, o sea que un viaje a la pastelería es un paseo virtual para mí. Solo puedo comer con los ojos y me consuelo con frutas.

Aquí en Egipto se consiguen las guayabas. En Venezuela me gustaba la guayaba pero no era mis fruta favorita porque la hay por doquier. No fue hasta que salí de Venezuela que me dí cuenta de lo exótico que son las frutas tropicales en otros lares. Encontrarme aquí con guayabas ha sido como encontrarme con una hermana perdida.

Por los momentos, mi manera favorita de comérmelas es horneadas. La receta es super sencilla. Lo dificil es esperar los 30 minutos que se tardan en el horno.



Cascos de guayaba al horno

Ingredientes:
  • 6 guayabas, cortadas por la mitad y despepitadas
  • 1 cda de aceite de coco - (Me imagino que se podría usar mantequilla, pero yo le tengo alergía.)
  • 2 cdta de miel
Método:
  1. Se engrasa un molde de vidrio con el aceite de coco. (Las hice una vez en un molde de metal y el metal las tiño de negro.)
  2. Se colocan los cascos de guayaba en una sola capa.
  3. Se vierte la miel para que cubra bien todos los cascos. Yo prefiero verter la miel sobre los bordes del casco pues la gravedad nos ayudará con el interior. 
  4. Se hornea a 425 grade F (215 grados C) por 30 minutos. 
  5. Se sirven solos o como acompañante al yogurt o helado. 

Me gustaría poder reportar que estos cascos de guayaba horneados son igualmente deliciosos calientes o fríos, pero no me han durado más de 15 minutos después de sacarlos del horno así que no sé. A todos en mi familia les encantan y nunca queda sino el molde sucio. 



martes, 10 de marzo de 2015

Sorpresita postal

Ayer recibí una postal desde París enviada por Julie. ¡Gracias! Me encanta París y quiero visitar pronto para llevar a mis hijos. Tengo muchos recuerdos lindos de la ciudad, de mis visitas con el Orfeón de la USB y muchos años después con mi marido, así que tendremos muchos rincones que visitar. 

Gracias, Julie, por la linda postal y sobre todo por la intención. Hoy sale la postal tuya. Normalmente se tardan dos semanas pero veremos. Déjame un comentario cuando te llegue. 

viernes, 6 de marzo de 2015

Rompecabezas

Mi papa es muy aficionado a los rompecabezas. Cada Navidad empieza uno nuevo. Una vez fue uno de 30 mil piezas. Se tardó tres meses y lo enmarcó al final. No recuerdo cual era la imagen, pero las cifras - 30 mil piezas, 3 meses - son inolvidables. 

A mí también me gustan pero tenía tiempo que no armaba uno. En la biblioteca de la secundaria siempre tienen uno para que cualquiera que pase calce unas piezas y mi hija se envició por un tiempo. Recientemente abandonaron uno de esos por ser muy difícil y me lo traje a casa. 


Me tardé dos semanas y lo disfrute mucho por lo que ahora comencé con uno que le había dado de regalo de Navidad a Andreína pensando continuar la tradición. Ella lo miró, le gustaron el par de lobos de la imagen pero no se ha apurado en abrirlo, así que lo emprendo en solitario. 


Este sí se ve peludo (no porque se trata de unos lobos sino porque en venezolano peludo significa difícil.) Nada mas el marco me tardo la mañana entera. Aquí voy a pasar otras dos semanas en comunión virtual con mi papa. No me quejo. ¡A tu salud, papi!

domingo, 18 de enero de 2015

Esquiamos de verdad


Los que tienen tiempo leyéndome saben que los Fitzgerald Crespo somos fanáticos del esquí. Yo aprendí a esquiar en Italia, durante mi luna de miel, pero no fue hasta que pasaron 11 años que aprendí a disfrutarlo. Eso lo aprendí en China, en el resort Wanlong, 7 horas al norte de Beijing.

Esquiar en China es buenísimo, por lo menos en Wan Long. No neva mucho sino hasta marzo, por lo que el resort cubre las pistas con nieve artificial. El que no esquía, no sabe que la nieve artificial es un regalo. La nieve natural es poco uniforme. Cae a diferentes temperaturas y cubre superficies irregularmente. La nieve artificial es uniforme y en Wanlong, las temperatures son siempre constantemente bajas. No hay deshielo y re-congelamiento como en otras partes.  Wanlong tiene un ejército de maquinas niveladoras que suben por las pistas toda la noche para que en la mañana estén listas para esquiar de nuevo. Como para completar el paraíso, no hay mucha gente y las pistas nunca terminan todas marcadas por los pasos de miles de esquiadores.

En la vida real, la nieve casi nunca queda perfectamente nivelada ni tampoco hay la visibilidad perfecta de Wanlong. Hay una gran diferencia entre las condiciones de la mañana a la tarde, y hay que compartir las pistas con mucha gente. Así nos tocó en Austria éstas vacaciones y a veces nos hizo falta nuestro resort privado -- pero sólo a veces. Aunque sí tuvimos que compartir con un gentío, la temperatura nunca bajó de -10 grados, los vientos nunca fueron huracanados y los paisajes fueron sin igual. Para allá volvemos.


Las fotos del teléfono y sin editar, pero igual el paisaje muy lindo.


miércoles, 7 de enero de 2015

Viena empieza con p

Mi papá dice que las ciudades más bellas de Europa todas empiezan con la letra p: París, Praga y San Petersburgo. Si a San Petersburgo le perdona la s inicial, a Viena fácilmente la rebautizaria Piena porque es una ciudad espectacularmente hermosa. 

Pasamos cinco días embelesados en la ciudad. Nos quedamos en casa de un amigo que tiene la gran fortuna de trabajar allá y su apartamento queda dentro del casco histórico así que hasta la panadería de la esquina esta en un edificio magnifico. 


La catedral Votiva al final de la calle. Por aquí pasamos todos los días cuando salíamos a pasear. 


Este castillo de fantasía es la alcaldía, el Rathaus. De noche se pinta de luces y es hasta mas hermoso. 


Estatuas alegóricas por todas partes. Aquí Palas Atenea frente al Palacio de Justicia. 


En frente del museo de historia natural tenían un mercado de Navidad, lleno de tarantines vendiendo manualidades y artesanías bellísimas. Mejor ir de noche a pesar del frío, por lo bonito que se ven las luces y por la excusa de tomar gluwein, vino caliente aromatizado con naranjas y especias. 


La fachada del museo de historia natural. Mi pieza favorita fue la Venus de Dusseldorf. Me hubiese gustado también visitar el museo de arte que queda enfrente, pero mis hijos y mi marido se rebelaron. 


Llegando al apartamento por la otra esquina, otra belleza. 

Quedamos encantados. Para acá volvemos.