Pasamos unas lindas vacaciones en Singapore y Tailandia, y al regresar a Tianjin, nos tocó una semana y pico en casa. No hicimos casi nada. El primero de enero fuimos a montar sillas de hielo - anécdota para otro día - y después de eso a practicamos el arte de no hacer nada. Francamente, fue la mejor parte de mis vacaciones.
Esa primera semana de enero re-descubrí dos lugares que me gustaron mucho en el 2012: IKEA y el mercado de verduras en Pingyan Nan Dao.
De IKEA que se puede decir. Hay de todo. Como dice mi amiga Lidia, está lleno de millones de periquitos que no sabía que necesitaba. Es como una cueva de Aladino, ¿verdad? Como los chinos no están de vacaciones hasta dentro de tres semanas, porque ellos no celebran Navidad ni el 31 de diciembre, me tocó visitar IKEA yo solita. Bueno, la primera vez fuí con Andreína porque justamente íbamos a comprarle unas sábanas. Ella y yo curucuteamos por toda la tienda, pero eso sí, nada de la sección infantil que ella no permitió ni siquiera que se lo mencionara. A los diez años una ya es una señorita, ¡nada de bebés! Salimos con sábanas de la sección de la gente grande. Hoy me tocó ir a buscar otras cositas y el tesoro inesperado fue una picadora manual requete chévere. Del tiro al llegar pelé como cuatro cabezas de ajo y lo único malo es que no voy a necesitar picar ajo hasta febrero. Malo porque tendré que buscar excusa para usar mi picadora.
Mi otro lugar favorito es el mercado de vegetales de Pingyan Nan Dao. Cuando nosotros llegamos a China hace 12 años, había muchos mercados al aire libre. En esos mercados se vendía de todo: vegetales, frutas, peces nadando, escobas, telas, papelería, papel toallé, veneno de serpiente, aleta de tiburón y huevos centenarios. El mercado que quedaba cerca de mi casa tenía además de los tarantines, restaurantes, dentistas, cartomancistas de fengshui, peluqueros y hasta adivinos. Era un mini cosmos interesantísimo. A mí me encantaba ir. Pues resulta que como a los tres años de haber llegado nosotros, el alcalde de Tianjin invitó a los alcaldes de otras ciudades del noroeste a una conferencia regional, y el alcalde de Dalián dijo que los mercados libres de Tianjin eran sucios y feos. Aunque fue escándalo, había que darle la razón al señor en lo de lo sucio. Feos no, pero sucios definitivamente.
Derrumbaron los mercados libres y construyeron amplios galpones a donde mudaron a los vendedores. Ahora los mercados son menos fríos y menos interesantes, pero después de los primeros meses, igual de sucios. Ya tampoco hay esa maravillosa variedad. No puedo comprar telas, medias panty y cebollas en el mismo mercado libre, ni tampoco me puedo cortar el cabello o hacer copia de las llaves. Ni modo, menos aventura pero ahora el alcalde de Dalián no tiene tanto de que quejarse.
En el mercado de Pingyan Nan Dao venden verduras, frutas, carne y pescado, especies, nueces y encurtidos. Lo más exótico es que asan los patos a la Pekín y eso solo es exótico para mí. Aún así, es lindo, colorido y limpio.
Una cosa que me choca mucho de China es que no hay pipotes de basura, o por lo menos no hay muchos. Definitivamente no hay uno en cada esquina, como me gustaría a mí. La idea es que que la basura se tira al piso pues habrá algún barredor que lo recogerá después. Por eso es que los mercados antes eran tan sucios: esperando que viniera los recogedores se amontonaba la basura.
En mi mercado favorito no es así. Es un galpón grande y ventilado. En el centro están pasillos con las verduras, las frutas y los peces y mariscos. Por cierto que en China se compran los peces vivos para garantizar que están frescos. Así también era con los pollos y gallinas pero ahora con la preocupación por la fiebre aviaria, no se consiguen sino en mercados especializados. A los lados están los vendedores de especies, encurtidos, comidas preparadas, la señora que asa los patos, y las carnes. (Tip de compra: no hay refrigeración en éstos mercados así que carne sólo compren en el invierno.) Hay pipotes de basura en las intersecciones de los pasillos y los cambian con suficiente frecuencia para que no huelan ni se desborden. Ubicaron los puestos de frutas frente a la entrada principal por lo que uno entra y huele manzanas. Todo limpio y ordenado. Me encanta.
El puesto de verduras que me gusta tiene de todo. Estoy conociendo muchas verduras nuevas y aprendiendo mucho chino. El señor se esmera por explicarme como cocinar sus vegetales - no es que yo entiendo nada, pero como que al señor le gusta cocinar. El puesto de las frutas tiene las cerezas más oscuras que jamás he visto. Todavía están muy caras y tendré que esperar que empiece la temporada, pero mientras tanto la variedad de manzanas y peras es sorprendente. No me he atrevido a comprar un pez todavía. Ellos lo pescan, lo limpian y lo cortan como uno quiera pero tan aclimatizada no estoy todavía.
Como hoy tuve que hacer otras diligencias no pude ir al mercado. Me tocará mañana. Voy a hacer la compra pensando en que puedo preparar en trocitos para usar mi picadora.
Tenía fotos del mercado que tomé con el teléfono pero las perdí. Ni modo. Aquí les pongo mi cena después de hacer mercado en Pingyan Nan Dao: batatas japonesas (son moradas), ensalada de lechuga con zanahoria, espinaca y cebollas caramelizadas. La carne en la esquina la compré en un supermercado, pero el ajo que la adobó vino del mercado.
Que entrada tan nutritiva, lo has descrito todo tan bien que me parecia estar paseando contigo por el mercado...
ResponderBorrarBesos y salud