Estábamos chiquitos e íbamos en una camioneta picó rumbo a El Hatico. Yo tal vez tendría 7 años, o sea que mi hermana tenía 6 y mi hermanito 4. Era época de vacaciones, y estábamos en Baragua, en el estado Lara. Si han leído Cien Años de Soledad, conocen a Baragua. La población humana en esa época era tal vez 1000 personas. La población de chivos (cabras) era por lo menos 10 mil. No recuerdo si El Hatico era un pueblo, o nada más como se llamaba la casa de unos primos.
Baragua es el pueblo de donde viene mi papá. Cuando estábamos pequeños, pasábamos allá las vacaciones de verano. Probablemente solo una semana, pero desde mi perspectiva infantil, eran meses y meses de vida rural. Nos gustaba ir, siempre había cosas nuevas que hacer: cazar chivos, cosechar almendrones con los amiguitos en la plaza, explorar el abasto y “ayudar” a vender, jugar bajo la lluvia, y montarnos a la mata de mamón hasta que de tanto comer mamón, nos quedaban los labios pegados contra los dientes.
El día en cuestión íbamos a un sancocho. Aclaro aquí que en Venezuela, un sancocho es a la vez una sopa que se cocina durante largo tiempo, y la fiesta que se monta mientras uno espera que el sancocho esté listo. A menudo es de gallina. Es una carne dura que se tarda mucho en ablandar. Mientras más largo dura la cocción, más tiempo para tomar cerveza mientras se espera. O sea que probablemente se escoge la gallina más vieja.
A mitad de camino, la camioneta se detuvo. Es posible que habían dos camionetas, no recuerdo con exactitud, porque estábamos medio dormidos a pesar de que la carretera a El Hatico era de piedra y mejor dispuesta para chivos que camiones. Supe que mucha gente se bajó a mirar algo, y escuché que alguien dijo que le habíamos pasado por encima a una culebra (serpiente), y que era grande. Me debo haber quedado dormida, porque lo que recuerdo después es llegar a la casa grande de El Hatico, y bajarnos a tomarnos una colita Márbel. (¿Quién recuerda la colita Márbel? Para mi paladar de 7 años era la champaña de los refrescos. Súper rica y refrescante. ¡Me hace una falta!)
Después de mucho tiempo, que pasamos jugando metras, espantando chivos, y demás juegos infantiles, nos llamaron a comer. Recuerdo que tenía hambre y me contentó recibir mi plato de peltre lleno a rebozar con sancocho. Entre la yuca, el apio, y el caldo, se asomaba un pedazo de cuello de gallina. ¡Qué decepción! Yo por supuesto quería el muslo, así que con cuidado para no botar mi porción fui a ver a mi hermana, a ver que presa le había tocado a ella.
Cuello también. Debieron ser dos gallinas las que sancocharon. A fin de cuentas, éramos muchos en la fiesta. Ni modo. Nos consolamos mutuamente. “Somos chiquitas y además hembras, por supuesto somos las más despreciadas y nos dieron los pedazos de la gallina que no quiere más nadie.”
Con esa resignación femenina, nos acercamos a mi hermanito. El, como el más pequeño y el único varón, era el príncipe preciado. Seguro a él le dieron un muslo, y tal vez se lo podríamos quitar – er, quiero decir tal vez lo compartiría con sus hermanas queridas.
Cuando le vimos el plato, otro cuello. Fue entonces que nos dimos cuenta de que el sancocho no era de gallina.
Dicen que la culebra sabe a pollo. No sé, si me la comí fue la última vez en mi vida. Eso sí, el refrán de esa tarde debe haber sido "más vale culebra en mano que cien gallinas volando."
Chama querida, hacia tiempo que no me reia tanto. Esta buenisimo aunque en honor a la verdad ese cuento lo escuché yo en Baragua antes de que ustedes nacieran. O... es un hecho recurrente o simplemente ocurrente. De cualquier manera tu papa y yo lo disfrutamos en gran manera. Sigue escribiendo, cada vez lo haces mejor. Estamos muy orgullosos de ti.
ResponderBorrarChama que guacala, no me gusta el pescuezo y la culebra no me la quiero ni imaginar
ResponderBorrarMami: ¿será que fue un sueño ancestral, y no el mío? Es un recuerdo un poco nubloso. Lo que tengo clarísimo es la decepción del cuello y la determinación de que a Quelito no le hubiesen dado una pieza mala.
ResponderBorrarRosa: dudo que me la haya comido. Si recuerdo el pezcuezo cocido, era gris con muchos huesitos. Nada apetecedor. Lo peor es que probablemente por nosotros ser invitados y de Caracas, además, nos dieron el cuello a propósito con mucho orgullo - y bastante humor también.
Jajajajaja que cuento tan bueno, y no se te ocurrio pensar que podia ser una gallina mutante con tres cabezas ?????? por lo tanto 3 pescuezos :P
ResponderBorrarSaludos
A mí me hubiera dado un ataque jajajaja
ResponderBorrarYo que de chiquita era fastidiosísima para comer y menos si era algo que antes se movía!
Mas de una vez me engañaron con el cuento de que era pollo para hacerme comer pato o conejo (prefería pasar hambre antes de comerme un lindo conejito)… y aun creo que me meten “gato por liebre” cuando veo algo con ojos dudosos.
Con culebra si me hubiera desmayado jajajajaj
Un beso,
guacatela!!! no me gustan las culebras, mucho menos comermelas.
ResponderBorrarPero que rico que me hiciste acordar de la Colita Marbel, eso es lo M-A-X-I-M-O!!!!
Saludos!
Ay! Qué horrible, me recuerda la primera y única vez que comí sopa de tortuga. No me querían decir qué era y yo lo único que decía era:
ResponderBorrar"Esta sopa está rara, tiene textura de pollo pero sabe a pescado".
Ni que decir tiene que en lo que me dijeron lo que me estaba comiendo me paralicé.
(Sin embargo confieso que las ancas de rana, que también comí engañada, me encantaron)
Joanna: gallina mutante, ja ja ja. La imagen mental de esa gallinita me tiene destortillada de la risa.
ResponderBorrarCho: ahora gato por liebre cobra un significado temible. Yo por eso, en China, ni pregunto. Si le pones suficiente salsa de soya, sabe bien.
Alleta: Viva la colita Marbel. Hace tres años cuando viaje a vzla por primera vez en siete, mi papá me recibió con media docena de las botellitas. Creo que me la trajo desde Carora. Eso es amor de padre.
Ay por Dios... Culebra, ecoooooo, ni me puedo imaginar, no se#or, yo lo unico que como es pollo y vaca, nada de chivos, conejos, iguanas, culabras, que espanto. Hace unos cuantos a#os me quisieron enga#ar con una sopa de galapago pero yo me di cuenta apenas la sirvieron, jajajajaja algo me decia que no era gallina.
ResponderBorrarMe has hecho reir un monton
Saludos,
Tahylu!
Tahylu, la iguana si es rica. Eso si recuerdo claramente haber comido en un restaurante en Maracaibo. Muy sabrosa.
ResponderBorrarjejejejeje
ResponderBorrarBuenisimo este cuento, lleno de nostalgia, mamones, chivos, plato de pletre, que belleza!
Mis recuerdos de cuando tenia esa edad son pocos, soy de buena memoria pero de los 12 pa' arriba.
Bueno lo que no mata engorda ;)
Un abrazo!
Hola!
ResponderBorrarEs la primera vez que te visito.
Me he reido un montón con este cuento!
Sol: cuando era chama, los platos de peltre me daban asco, y ahora los recuerdo con tanto cari~no!!!
ResponderBorrarMariale: Bienvenida. Regresa y visitame de nuevo.
Hola,me gusto tu historia yo era de las ni�as del pueblo de Baragua que esperaba ansiosamente a las ni�as que venian de vacaciones,adoraba el himno que por el mes de julio cantabamos en la escuela"..Ya terminan las sabias explicaciones ya van a dar el principio las vacaciones bendito dia.." La semana pasada despues de 14a�os visite el pueblo, esta hermoso.Un saludo Fritziane
ResponderBorrarEpa yo conoci Baragua....y eso es un peladero de chivo...pero es muy interesante.. Mi papá cuando le preguntaban con que banco trabajaba el ..respondia con el banco baragua...me llamo la atencion porque hay una plaza n un monumento de chivo...jajaja
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