Mi marido se queja de que lo despierto con mis ronquidos. Esta noche, gracias a mi insomnio, descubrí que lo que lo despierta es el eco de los suyos.
A mí que me gusta tanto escucharle esa música nocturna. Yo no sé de qué se queja. Si queda viudo, le harán falta mis ronquidos - que por cierto ya quedamos que no ronco.
Roncar - tan onomatopéica esa palabra. Suénenla. Claro que para transcribirle la variedad de ronquidos de mi marido necesitaríamos tantas palabras como tienen los esquimales para nieve.
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