El 28 de diciembre hubo un terremoto en Taiwan. Causó dos muertes y destruyó siete de los ocho cables que conectan a Asia con el mundo. Los taiwaneses prometieron restablecer los cables en tres semanas. Hoy se cumplen las tres semanas, y seguimos con el internet a paso de tortuga reumática. Lástima lo de los muertos, pero lo que me duele es el internet.
Esta sería maravillosa oportunidad para lanzarme un filosófico registro sobre la moderna addición al internet de éste siglo XXI naciente. Uso el internet para todo: correspondencia con siete continentes, noticias del mundo entero al momento, recetario al instante, diccionario, pronóstico del tiempo, los blogs nuestros de cada día. Esta lentitud cibernética me causa escozor en el intelecto.
Mas pero sin embargo, como decía mi doméstica en Caracas, en lugar de lamento erudito lo que me sale es una litanía de quejas. 15 minutos para abrir mi correo; media noche para montar fotos en flickr; baja total de blogosrubina; cero noticias (aunque no tener que enterarme de los decretos de Chavez no esta mal); y no hablar de las páginas que necesito para trabajar que se me desconectan por tener que esperarlas tanto.
¡Hasta cuando, taiwaneses! Acomódenme el coroto.
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Ya no vivo tras la Gran Muralla Electrónica de China así que comenten mucho porque así celebro no tener más restricciones al Internet. Si tienen algún problema comentando, escríbanme a fitziane arroba mac punto com.