sábado, 6 de febrero de 2016

Si la vida te da coles...

...mételas en el horno!

Uno de los alimentos que más me produce malestar estomacal es la papa. Me cuesta mucho digerirla, pero me gustaba mucho chuchear sobre todo para acompañar la lectura. Ahora con ésta receta de coles horneadas, me hago la idea de que vienen de una bolsa de papitas. Quedan crujientes y saladitas.


La receta es muy fácil. Viene del recetario, The Autoimmune Protocol Cookbook, de Mickey Trescott

Ingredientes:
  • un racimo de hojas de col, lavadas y completamente secas*
  • 2 cdas de aceite de oliva
  • sal marina al gusto
Preparación:
  1. Caliente el horno a 395 grados centígrado. 
  2. *Se comprueba que las hojas estén completamente secas. Eso las permitirá quedar crujientes. 
  3. Remueva los tallos de la hoja. También se pueden cortar las hojas sin tallo en rectángulos medianos para que resulten más fáciles de comer. 
  4. En un recipiente de vidrio, se mezclan bien las hojas con el aceite. 
  5. Se ponen una por una sobre una bandeja de hornear, dejándo un poco de espacio entre ellas. 
  6. Se hornean por 20 minutos y con cuidado se despegan de la bandeja. 
  7. Se les echa la sal al gusto. Importante hacerlo después de horneadas pues la sal las haría sudar en el horno y no quedarán crujientes. 
  8. Repítase con todas las hojas. 
Al principio, me pareció larguísimo tener que esperar 20 minutos, especialmente porque mis bandejas son más bien pequeñas y para un racimo de col tengo que montarlas hojas en 6 tandas, pero después recordé que antes cuando comía galletas (y me daban indigestión) no me importaba esperar lo que fuera. 

Mientras que esperaba que estuvieran listas, me senté con mi primera tanda en mi balconcito y mi libro a darme gusto sin indigestión.

Ojo, aquí con "col" digo las de las hojas grandes como éstas.

Si quieren saber más del protocolo autoimmune, mi amiga Carola ha escrito un buen resúmen en español aquí. 


martes, 2 de febrero de 2016

El colmo de la lectura digital


Foto de Mike Licht, Mrs. Duffee Seated on a Striped Sofa, Reading her Kindle, After Mary Cassatt. https://flic.kr/p/8mxjNR
Foto de Mike Licht, Mrs. Duffee Seated on a Striped Sofa, Reading her Kindle, After Mary Cassatt. https://flic.kr/p/8mxjNR

Llego a mi casa muerta de hambre. Otra vez con el ajetreo del trabajo se me olvidó almorzar. Gracias a Dios que la señora de servicio ya tiene la cena lista. Ella terminó su faena del día y se fue. El apartamento está vacío y silencioso. De afuera se escuchan un par de perros ladrando, pero adentro no hay sino el suspiro del aire acondicionado.

Me sirvo la cena. No voy a esperar a nadie en mi familia porque les falta una hora por llegar. El hambre me pone impaciente. Lo único que quiero es sentarme a comer y leer un libro. Es una gran combinación esa: leer y comer, comer y leer. La aprovecho a menudo. Hoy no quiero ni pensar mientras mastico, así que escojo un libro bien cotufa, una novelita romántica sin pretensiones.

Transporto el plato del microondas a la mesa. Abro el libro y empiezo a leer y comer. Al llegar al final de la página, alzo el índice y toco el borde izquierdo de la página para continuar a la página siguiente.

No pasa nada.

Vuelvo a tocar el borde con el índice, ésta vez con un poco más de fuerza.

Nada.

Después de repetir el movimiento por la tercera vez, me doy cuenta que no se trata de un libro electrónico. No estoy leyendo en la tableta ni en el teléfono. Es un libro de papel, y la página hay que pasarla manualmente, no adelantará automáticamente.

Algún sabio dijo que la definición de locura es repetir una acción y siempre esperar un resultado diferente. Así será mi locura digital que no me dí cuenta hasta la tercera repetición que el libro era de los tradicionales y no electrónico.