martes, 24 de diciembre de 2013

Por fin camino a la playa

Como relaté en la entrada pasada, iba en camino a Ko Samui, una isla tailandesa, cuando tuve que quedarme en Singapur pues no tenía visa para Tailandia. Se me olvidó por completo que necesitaba una, y me tocó esperar del sábado hasta hoy martes para que me la dieran. Obviamente el domingo no trabajan y el mínimo que requieren para expedirla es dos días, así que mandé a mi marido y mis hijos a la isla y me quedé esperando.

Como es época de Navidad, el sábado no me podían garantizar asiento en el vuelo de hoy y a la angustia de la visa se unió la incertidumbre por la fecha de salida. Me dieron ticket para el 25 en la noche, pero igual me vine directo de la embajada con mi visa nuevecita. El Niño Jesús se apiadó de mí y me dió el hermoso regalo de poder ir hoy a reunirme con mi familia. Casi como una película de Navidad. 

Si se van a quedar accidentados en alguna parte, accidéntense en Singapur. Me encantó la ciudad. Ya la conocía un poco por haber pasado por aquí en otras ocasiones camino a otros lares, pero ésta vez pude recorrer los lugares menos obvios. 

Me quedé en un hotelito en la sección india de la ciudad. Al principio lo ví con malos ojos - tal vez por el despecho - pero en realidad, la habitación estuvo limpia y la cama muy cómoda. El hotel no ofrece desayuno ni tampoco piscina o gimnasio, pero está en el centro de Little India y me encantó el ambiente. 

Tomé muchas fotos malosas que no voy a montar, excepto por éstas dos. La primera es temprano en la mañana en una de las avenidas de Little India porque me encantan los colores. La otra es un mercado de souvenirs. Si se fijan bien, el dios elefante hindú está al lado de un buda chino y probablemente por ahí hay un ídolo malayo también. Esa convivencia es emblemática de los singaleses.




Ahora pronto me reuniré con mi familia y podré celebrar la Navidad de verdad verdad. ¡Felices fiestas a todos! 

domingo, 22 de diciembre de 2013

Accidentada en Singapur

Después de haber sobrevivido un viaje de 8 horas en una nevera ambulante soñando con las vacaciones tailandesas que empezarían hoy, me he quedado accidentada en Singapur.

Resulta que los venezolanos necesitamos visa para entrar a Tailandia, y a mí se me olvidó ese detalle. Solo lo recordamos cuando estábamos camino al aeropuerto ayer sábado en la mañana. El itinerario para el viaje iba de Tianjin a Singapur, y de allí a Ko Samui, una hermosa isla al sur de Tailandia, donde pasamos una semana demasiado corta el año pasado. Me tocó quedarme en Singapur para pedir visa en la embajada. Mi marido y mis hijos continuaron a Ko Samui. Mejor que disfruten ellos allá mientras yo resuelvo mi problema.

Si hay que quedarse accidentado en alguna parte del mundo, Singapur es excelente. Conseguí un hotel relativamente barato en la sección india de la ciudad y pasé el día de turista.

A final del día me encontré con una amiga singapurense que vivió en Tianjin. Ella fue la catequista de mis hijos cuando se prepararon para su primera comunión. Hace dos años que se mudó a Hong Kong pues al marido lo trasladó la empresa allá. Con ella fui a misa, luego a cenar y finalmente de compras al centro comercial Mustafa, un mercado enorme donde se consigue de todo.

Mañana en la mañana iré temprano a la embajada tailandesa. La página web de la embajada avisa que no otorgan visas el mismo día de la solicitud y que el mínimo es dos días, pero que durante las temporadas feriadas se tarda más. Ojalá me tengan lástima y me apuren el tramite, porque por más que me gusta Singapur, dejar a mis hijos sin madre en Navidad por tarada es triste.

El Merlion es símbolo de Singapur. 


De pingüinos y neveras ambulantes



Pasamos la primera semana de nuestras vacaciones en Wanlong, nuestro resort de esquí habitual. El resort estaba de aniversario, 10 años desde que abrió sus puertas, por lo que seguramente se ganó temperaturas templadas y días asoleados.

Wanlong debe ser como se dice "la montaña favorita de los Fitzgerald" en chino porque hemos sido fieles visitantes desde que abrió en el 2003. Scott fue por primera vez en enero de la primera temporada, y desde entonces hemos ido por lo menos cuatro veces al año, casi siempre trayendo un montón de amigos. Desde hace tres años Scott ha guiado un campamento de esquí para niños. El primer año lo hicimos dos veces, una semana por vez, pero eso fue demasiado, y desde entonces ha sido tan sólo una semana en diciembre.

Este año el campamento nos quedó tan bueno como siempre. Digo nos quedo porque a pesar de las promesas de Scott de que yo no tenía que hacer nada sino preparar a mis hijos para el campamento, terminé siendo una de las instructoras. No es que me quejo porque ha sido una linda experiencia, pero al fin y al cabo es trabajo tener que seguir un horario y entrenar a un grupo de niños. Por lo menos éste año el frío estuvo tolerable -- o será que ya he aprendido a vestirme para la montaña.

Tuvimos cuatro días y medio de sol y nieve perfecta. No hizo demasiado frío ni hubo demasiado viento. Han habido viajes a Wanlong donde nos hemos quedado dentro de la habitación el día entero porque los vientos huracanados alejaron a todos menos los esquiadores más apasionados como Scott. Esta vez,  hubo frío por supuesto, pero bien vestidos no hubo mayor problema.

Después de una semana linda y orgullosos por un trabajo bien cumplido, nos montamos en el autobús que contratamos para regresarnos a Tianjin. Immediatamente notamos un problema. Al autobús como que le faltaba combustible, sobre todo en las subidas. Resulta que la gasolina no fluye bien cuando está fría. Por eso hay aditivos especiales que se le agregan cuando uno maneja en bajas temperaturas. Desgraciadamente, el chofer, mezquino como muchos de su generación, no compró el aditivo porque le pareció caro y tuvimos que manejar a media potencia por casi tres horas hasta encontrar una gasolinera que lo vendía. Allá lo compró porque lo obligamos.

Con la gasolina medio arreglada (porque el aditivo debe haber sufrido de la misma falta de control de calidad que tienen tantos otros productos chinos a la venta en el país), continuamos el viaje. Ya la temperatura estaba bajando porque la tarde iba avanzando. Resulta que la calefacción estaba dañada y pronto empezamos a sufrir de frío dentro del autobús. El chofer nos dijo que la calefacción solo funciona cuando no hay frío. ¡Cómo para matarlo! Encima de pichirre, burlón.

Pasamos casi 5 horas con la temperatura interior del autobús en 5 grados. La exterior era 0. Fue espantoso. Nos tocó vestirnos con todo lo que teníamos para aguantar y aun así, llegamos medio congelados a Tianjin. Bastante irónico, que después de no haber sufrido del frío en plena montaña, estuviéramos convertidos en pingüinos regresando a casa en esa nevera ambulante.

Menos mal que ahora estoy en camino a nuestra vacación tropical, pues vamos a pasar dos semanas en la isla de Ko Samui en Tailandia. Arena, mar y sol curan lo que sea. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Peces, lechosa, huevos y miel

Estoy de vacaciones de Navidad. Ayer, para celebrar el fin de curso, fuí con dos compañeras de trabajo al spa de los peces roedores. No había ido en mucho tiempo, y está mejor que nunca.

Remodelaron las baños, la piscina de los peces y el comedor. Antes era limpio y bonito, pero ahora todo está de lujo. El precio ha aumentado de 68RMB a 89RMB, que no es mucho considerando que la entrada dura por 24 horas, incluye tres comidas y el uso de todos los espacios. Las bebidas y los masajes son aparte, pero valen la pena.

Nosotras nos brindamos un masaje. La última vez me dieron uno que llaman, "de leche y miel." Yo pensé que iba a ser con una crema humectante llamada "de leche y miel," pero no. Salí de ahí con olor a galleta porque en lugar de humectante, me echaron un litro de leche y un tarro de miel, y con eso me dieron un masaje riquísimo.

Esta vez, yo quería el mismo y se lo había recomendado a mis amigas, pero las masajistas no me entendían. La negociación terminó con la oferta de un masaje con "mu gua," que yo entendí era de fruta tropical.

Nos enviaron a ducharnos y cuando regresamos, habían cubierto las camas del masaje con unas sábanas de plástico y sobre el plástico habían roto cuatro huevos que estaban mezclando con lechosa (papaya) triturada y miel. Con eso nos masajearon por 40 minutos y al terminar, nos envolvieron en el plástico y nos mandaron para el baño de vapor. Una maravilla.

Después del super masaje tropical, los pececitos roedores casi fueron anticlimáticos. Como cuando iba hace 5 años no dejaban tomar fotos, no me llevé el teléfono así que la foto que acompaña la tuve que buscar en flickr. Ayer tuvimos 28 mil más peces que los que se ven aquí, pero me gusta el efecto de contraluz.


dr fish 2


Como si el súper masaje y los pececitos no fueran suficientes, la cena fue riquísima. Yo sufro de indigestión y le tengo alergía a muchos alimentos, así que estaba resignada a comer arroz blanco nada más. Redecoraron el comedor para que parezca un mercado, con tarantines para los diferentes tipos de alimentos. El tarantín de la entrada fue el mejor en mi opinión. 

Tenía una variada selección de repollos, coles y demás hojas verdes para uno escoger. También había diferentes tipos de hongos y queso de soya. Uno escoge lo que uno quiere y se los da a la encargada que los cocina en agua hirviente y los devuelve a los 2 minutos. Entonces se le agregan salsas y condimentos de un bar muy variado, y a comer. Yo comí col rizada, repollo chino, hojas de crisantemo y diente de león, hongos que llaman aquí "de oro" y tiritas de queso de soya. A eso le puse una salsa de ajonjolí y un poquito de aceite picante, ajo y cilantro. Súper saludable y exquisito. Tengo que regresar para tomar fotos y poder pedir algo así en todos los restaurantes chinos donde vaya. 

Nos vamos de China, asi que tengo que aprovechar a regresar al spa. Fue la despedida perfecta a un largo trimestre escolar. Seguramente que lograré encontrar muchas otras ocasiones de aquí a junio para volver. Mi único pesar es que perdí la oportunidad de ir cuando visitaron mi mamá y mi amiga Lidia

Ya sé para cuando me llegue la próxima visita. Aprovechen a venir. Tienen hasta junio, pero si vienen después de marzo tienen que traer saco de dormir porque el flete tiene que salir en marzo, y nos quedaremos sin camas. 

martes, 10 de diciembre de 2013

Ahora sí nos vamos

Titulo alternativo: Del Lejano Oriente al Medio Oriente todavía es medio lejano

Pues ahora sí, es oficial. Nos vamos. Conseguimos trabajo en Egipto, en Cairo American College, un colegio internacional de primera clase.

Chefrem's Pyramid
Foto de  Dorli Photography via Flickr.com
Nosotros vivimos en Egipto hace 17 años. El colegio donde trabajábamos no era éste donde trabajaremos, sino más bien uno pésimo, con fines de lucro y sin deseo alguno de educar. Era caótico. La cosa era tan mala que a la hora del recreo, yo salía a pasear por el medio de donde los alumnos de la secundaria jugaban fútbol con la esperanza de que me dieran un pelotazo y con eso tener excusa para no regresar al salón.

El colegio era horrible, pero vivir en Cairo fue una aventura maravillosa. Viajábamos con frecuencia al Mar Rojo y a otros países en la región, participamos en la liga de softból y el coro de aficionados, conocimos muchísima gente súper interesante, y visitamos cuanto templo antiguo y moderno pudimos. Ahora que vamos a regresar a trabajar en el mejor colegio de la ciudad estamos muy emocionados de volver.

Sí, hay problemas en la región. Sí, hay disturbios. Pero, ¿dónde no hay problemas? De la China nos vamos huyendo de la temible contaminación y las restricciones del Internet. Cada lugar tiene sus problemas; vivir es lucha.

Todavía nos quedan 7 meses en China. Voy a sacarles el jugo porque lo más seguro es pasará mucho tiempo antes de que regresemos. Dejaremos muchos amigos y muchos recuerdos, y sobre todo muchas gracias por todas las maravillas que nos brindaron aquí.